Cuento- El misterio de la rueda de bici gigante

monti
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Ser una hormiga adolescente no es fácil. Eso es lo que siempre decían los mayores. Hay que aprender a escuchar, a analizar y observar las cosas que pasan. Pero después cuando te haces mayor, te das cuenta de que ¡también hay que tomar decisiones!

Las decisiones pasan cuando tienes varios caminos por donde ir y tienes que elegir. Es como cuando te gustan dos chocolatinas y tienes que coger sólo una, ¡eso ya es una pequeña decisión!

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Hoy, los chicos tuvieron que tomar una gran decisión. ¿Quieres conocer la historia?

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El sol brillaba desde arriba de la montaña, y los chicos estaban descansando después de las clases tan duras del instituto.

Pensaron que quizás les vendría bien un premio, así que se fueron hasta la caseta de JJ, la hormiga vendedora ambulante, que vendía a escondidas caramelos pica-pica y tofes de chocolate, ¡de esos que los mayores no querían comprar porque tenían mucho azúcar! Y se entretuvieron en el camino. El día estaba muy soleado y Cari se dejó estar a tomar el sol.

-Después no compartiremos pastelitos contigo Cari-dijo Ciar con voz de mando.

-No me importa-protestó Cari-yo estoy bien al sol.

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Lo que no sabían es que en medio del camino, encontrarían una rueda gigante de bicicleta, que les haría preguntarse qué habría más allá de su solitaria casita de reunión.

-¡Alá! ¿Qué es esto?-intentó trepar Ohm sin resultado.

Creo que es un plástico

-No lo es Ciar, esto es muy duro-pellizcó Ohm la rueda.

-Huele muy raro

-Jajajaja… mira el que es siempre valiente

-¡Qué diga que huele raro no tiene que ver con ser o no valiente!

-¿A qué no te atreves a trepar?-le retó Ohm divertido

3 minutos después Ciar estaba con las rodillas temblorosas, intentando subir por los huequecitos de los relieves del dibujo de la rueda de bici.

Hasta que algo ocurrió…

Sólo habían andado 10 minutos desde su casita de reunión secreta y la frontera hacia la montaña, se dibujaba misteriosa y muy hermosa.

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Una especie de mano gigante, había tomado la huella, y el ser tan grande, que nunca habían visto, tenía una fuerza ¡extraordinaria! Ciar, quedó colgando, asustado ante la idea de caer al suelo, desde tan arriba.

-¡¡Ciar!!-gritaron Ori y Ohm-¡¡Ciar!! Déjate caer, ¡¡nosotros te cogemos!!

Ciar tenía una cara de terror, la que nunca había puesto ¡ni viendo una película de miedo!

-¡¡Ciar!! ¡¡Déjate caer!!

Los esfuerzos de Ori y Ohm, no funcionaron, ya que Ciar, preso del miedo, pero también de la curiosidad, se agarró a la rueda, viendo el mundo desde arriba, muy arriba, siendo sujetada la rueda por ese ser gigante de dos piernas tan raro que nunca había visto. ¡Era un humano!

Mientras él estaba asombrado por ver el bosque desde aquel ángulo, Ori y Ohm corrieron todo lo que pudieron gritando a su amigo, viendo como el gigante de dos piernas se alejaba. Era imposible alcanzarlo

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El bosque era precioso desde aquella altura, nunca había mirado los pájaros, ni siquiera conocía los árboles.

Al pararse el ser gigante de dos piernas, notó una sacudida. Había dejado la rueda encima de una mesa, fuera en el jardín. Ciar estaba aterrado. ¿Cómo bajaría de allí?

Respiró profundamente y cuando estaba dispuesto a bajar deslizándose por las patas de la mesa, el humano cogió de nuevo la rueda de la bici y se la llevó al garaje. Ciar pensó que era afortunado. Exploraría lo que ninguna hormiga de su grupo había visto hasta ahora. Sería el líder y se ganaría la atención de todos.

Así que se fue corriendo hasta la ventana y miró el bosque con orgullo. Entonces se acordó de lo que habían hablado en clase hace tanto tiempo, y de lo que contó “Gafas de cristal”: los humanos vivían en ciudades y siempre tenían comida, comida muy dulce y rica.

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Entonces fue cuando decidió todo: exploraría la casa del humano y vería cuanto de lejos estaría la ciudad.

Y por supuesto ¡daría con esa comida dulce para llevarles alguna a sus amigos!

Y pensando se quedó dormido…

¿Qué crees que hará Ciar al despertar? ¿Tendrá un buen recuerdo del desconocido gigante de dos piernas? ¿Correrá algún peligro?

Sigue leyendo: Ciar y la casa de los humanos

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