Cuento: La hormiga nadadora quiere superar su récord
Cuento La hormiga nadadora quiere superar su récord
En este cuento La hormiga nadadora quiere superar su récord, verás la relación entre animalitos tan dispares como una hormiguita de Hormitrópolis y una medusa del tranquilo mar que baña la costa de la Ciudad de las Hormigas…
La mañana era el mejor momento del día para poder entrenar, así que la hormiguita atleta se puso su gorro para nadar, tapándose las antenas y comenzó a nadar tan rápido como sus patitas le permitían.
Las nubes cantaban su canción del tiempo temprano, compartiendo lo que pensaban y si iba a llover o no, mientras que el sol se sentía feliz irradiando felicidad y calor con sus largos rayos de luz.
La hormiguita nadadora seguía nadando y nadando mientras levantaba ondas de agua a su paso, asustando a la familia de peces que estaban al lado de la orilla, repasando lo que tenían que hacer en todo el día. «¡Era tan difícil calmar a los pequeños pececillos que siempre estaban preguntando, y para una vez que se calmaban, otros tenían que alborotarlos!» (pensaba la mamá pez)
La gran medusa, sin embargo, estaba muy despierta, dándose cuenta de todo lo que pasaba en su entorno, sin saber donde estaba ¡ya que la corriente del río la había arrastrado cuando estaba tomando su siesta!
Mientras estaba mirando alrededor para saber cómo llegar al sitio al que pertenecía, la hormiguita nadadora se chocó con ella, haciendo que fuera una nueva manera de ponerla a prueba, dándose cuenta de que la concentración no era todo en la vida para poder triunfar ¡reconociendo que siempre tenía que estar atenta también a las cosas que sucedían a su alrededor!
La medusa, al ver que la hormiguita se había quedado aturdida al chocar, ¡y que estaba a punto de ahogarse, la salvó! colocándola en su cabeza, para que al despertar ella pudiera saltar a la hierba desde la orilla.
Cuando la hormiguita despertó, ella y la medusa tuvieron una gran charla, en la que la medusa le describió el lugar al que pertenecía: el mar donde había corales de colores tan azul que ¡el cielo se quedaba apagado a su lado!
Por esa descripción, la hormiguita supo que se trataba de la zona este donde siempre buceaba y le dijo a la medusa ¡que sabía por donde tenía que ir guiándola desde su cabeza, llevándola al lugar donde se había quedado dormida!
Al sentirse bien y saber que recuperó su ruta, la medusa, no podía estar más feliz, y dio marcha atrás para así dejar a la hormiguita en su punto de partida. Hablando de las algas y los corales de mar, la hormiguita comprendió que había más satisfacciones que el logro personal, que el ganar, que cosas como la amistad, hablar con los demás y compartir ¡eran tan bonitas como los premios!
Y esa tarde, descansó tumbada en la hierba que había al lado del río con un gran grupo de rocas. Y cada vez que quería hablar con la medusa ¡tocaba su flauta preferida! algo que a la medusa le encantaba, sabiendo así ¡cuando la hormiguita la necesitaba!
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