
No hay amor como el amor de madre, cualquier hijo lo sabe. Pero ¿Cual es el secreto que tienen las madres para que ese amor de madre nos acompañe durante toda la vida? ¿Quieres conocerlo?
Cuento el Hilo Mágico, o el Amor de Madre
En un pueblo pequeñito entre montañas, vivía una familia de labradores con su hijo David. A David le encantaba estar con el rebaño de cabras durante todo el día en el monte, donde era feliz.
Los años pasaron, y aquel niño se fue haciendo un hombrecito, del mismo modo que sus padres envejecieron y se vieron casi imposibilitados para las labores del campo. Este hecho recortó aún mas la economía de la familia, ya de por si bastante precaria.
David estaba preocupado por la salud de sus padres, y por la imposibilidad de hacer frente a las medicinas y cuidados que sus padres necesitaban. Por eso, en la soledad del monte mientras pastoreaba, pasaba el día pensando la manera de ayudar en casa, pero estaba triste porque no veía la solución.
Pero un día, la necesidad vino en su ayuda, y se dio cuenta que la solución estaba al alcance de su mano. Así que corriendo a mas no poder, llegó hasta casa dispuesto a que sus padres no pasaran mas necesidades.
—David ¿como es que estás aquí tan temprano? —preguntó su madre al verlo entrar en casa.
— Madre —contestó David. He estado pensando mucho, y al final creo que la única manera de solucionar los problemas que tenemos, es que me vaya a la ciudad a trabajar y ganar dinero para comprar medicinas, y que nada os falte. Así que sin mas dilación, partiré mañana mismo
David cenó rápido, y se fue a su cuarto a coger las pocas pertenencias que tenía y las metió en un atillo. Y aunque excitado por la aventura de salir por vez primera de su casa, y con el miedo de encontrarse con lo desconocido, se metió en la cama dispuesto a dormirse pronto para madrugar e irse con el alba.
Ya era casi la madrugada y pronto cantaría el gallo que invitaba a levantarse, cuando la puerta de la habitación de David se abrió muy despacito sin hacer ruido, y su madre se deslizó hasta la cama donde David dormía.
La madre se sentía muy orgullosa de su hijo, porque ahora que su padre se encontraba muy enfermo, el daba un paso al frente y tomaba las riendas de la casa. Pero al mismo tiempo, y como todas las madres que ven a sus hijos un día partir, estaba llena de tristeza e inquietud por si le pudiera suceder algo malo.
La madre de David se sentó despacito al borde de la cama y cogió su mano que colgaba fuera de las ropas. Sacó algo del bolso de su chaqueta y lo ató a la muñeca de David con sumo cuidado. Después de esto, acarició su pelo muy suavemente, y con una lágrima rodando por su mejilla, salió silenciosamente de la habitación.
Al alba, el gallo cantó, y David se levantó sin hacer ruido para no despertar a los de la casa. Y puesto que se había despedido el día anterior, cogió su atillo y se fue hacia lo desconocido, dispuesto a sacar adelante a su familia y triunfar.
Ni que decir tiene que todo salió bien, y no se pasó mas necesidad en esa casa. Sus padres vivieron aún algunos años y se murieron de viejecitos. David continuó con su vida en la ciudad, donde formó una familia y fue muy feliz.
Sin embargo, siempre hubo algo que le intrigaba enormemente. Cuando llegaba el momento de tomar cualquier decisión, en ocasiones sentía como si algo le apretase en la muñeca cuando la decisión parecía equivocada. Esto hizo que siempre haya seguido un camino recto y sin malas decisiones. Y esa sensación siempre la tenía.
David nunca supo, que aquella noche antes de levantarse, su madre le había atado un hilo mágico a la muñeca de la mano. Y que cuando tomaba un mal camino, su madre tiraba del hilo mágico y le apretaba, para decirle que ese camino era el equivocado y debía de corregir.
Así es como el amor de madre vela por sus hijos en la distancia. Y no vemos, pero sentimos la sensación de que el hilo mágico nos avisa en el fondo de nuestro corazón, que estamos haciendo algo mal y hemos de corregir.
Todas las madres atan un Hilo Mágico en la muñeca de sus hijos, como una manera de velar por ellos en la distancia. Por eso, el vínculo invisible de una madre con sus hijos nunca se rompe.

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