Cuentos para niños- Ciar descubre a Shruti

En el jardín de la casa de campo, Ciar, la cigarra, pasaba sus días cantando y disfrutando del sol. Pero un día, mientras exploraba, Ciar descubre a Shruti y decidió acercarse para conocerla mejor. Así comienza una aventura de amistad y descubrimiento que enseñará a Ciar el valor del trabajo y la amistad.
Cuento para niños: Ciar descubre a Shruti
Por la mañana muy temprano, Ciar se había levantado, casi cuando el sol estaba levantándose, para ver los barcos con terrones de azúcar y los cargamentos de pasteles de los humanos que venían a las islas.

Los padres de Ciar no quería que se acercara al puerto de los barcos humanos.
¡Pero para él era tan divertido esperar con los chefs ratoncitos y con los saltamontes vendedores de trigo!

Con las patitas de puntillas tomó la mochila y cerró la puerta de la caseta donde sus padres todavía dormían.
Silencioso, también por las callejuelas que había entre las casetas de las hormiguitas de Hormirópolis, tocó las ventanas de Ori, Ohm y Cari quienes ya estaban prepararados para marchar.

Y juntos se fueron apurando el paso al puerto.
Haciéndose hueco entre los ratoncitos y los saltamontes que iban a buscar el trigo y los azucarillos olvidados por los humanos, Ciar volvió a correr hacia la puerta de salida, siendo avisado por sus compañeros insectos:
-¡¡¡NO vayas por ahí hormiga, los humanos te van a pisar!!!

Pero… como siempre la curiosidad de Ciar era tan grande, como imparable. Y ni siquiera Ori, Ohm y Cari pudieron detenerlo.
Esquivando los pies humanos y viendo ya los restos de un saco roto de azúcar en el suelo, Ciar no se dio cuenta de que una pequeña niña vestida con un sari iba corriendo y bailando, contando las semillas del suelo.

Cuando vio a Ciar, lo agarró en su mano, y Ciar asustado se tapó la cara, pensando que era su final.
Entonces la niña chilló:
-¡Mamá, Mamá! ¡Una hormiga!
-Déjala Shruti, déjala donde está. A los insectos no se les mata, es un ser vivo como tú como yo…Merece vivir.
Shruti entonces, acerca a Ciar a la altura de sus ojos, sonrió y la posó con suavidad donde estaba. Ciar asombrado, corrió hacia los sacos rotos de azúcar, y con sus patitas tomó varias cucharadas grandes que se metió en la boca y mascó, mientras vio marcharse a todos los humanos del barco.

Antes de que cerraran las puertas, volvió a tomar más azúcar, la metió en la mochila y volvió a correr hacia sus amigos.
-Loco…-dijo una mariposa que había ido a buscar restos de tela-un día de estos te aplastarán.
Y mientras Ciar le echó la lengua.
Intrigado en el instituto, Ciar no dejó de pensar en aquella humana pequeña que le había sonreído. Por qué se había parado a sonreírle a una hormiga? Los humanos nunca hacían eso… al menos ellas sabían que eran tan pequeñas que siempre pasaban inadvertidas.

Así que se acordó de la pequeña cara de su nueva amiga.
Ya por la tarde en el rio, Ciar estaba corriendo junto a Ori, Ohm y Cari que estaban repasando la lección, mientras escucharon una voz chillona cantar “Om”

Cuando se asomaron entre las hierbas pudieron ver a Shruti que estaba rezando en el rio.
Cuando se cansó, se tumbó enfrente del río a ver los peces que pesaban y Ciar presumió de “amiga que no hacia daño a las hormigas”
Para que se diera cuenta que estaba allí, Ciar tomó una rama de helecho y la agitó.

Cuando se dio cuenta, Shruti ya se había dado cuenta de que Ciar estaba allí pegando la naricita al suelo.
Al saludarla, Ohm, Cari y Ori, también agitaron unas ramas para hacerse ver.
Shruti no paraba de reír, y fue la primera vez que jugaron con caminitos de caramelos, que comieron juntos, que hicieron casitas con piedrecitas de colores y que Shruti hizo una mini piscina para hormigas (en la que nadie se quiso meter) pero de la que sí tomaron agua para chapotear y jugar entre todos.
Cuando marchó el barco, Ciar se puso triste, porque sabía que Shruti no volvería.
Pero aprendió una lección: que en un país llamado India, un insecto también es un animal muy valioso y que hay humanos ¡que también juegan con las hormigas!
Ciar, Ori, Ohm y Cari a veces todavía agitan ramas de helecho para ver si les hacen caso… pero todavía no ha vuelto a funcionar. ¡Fíjate bien en el jardín, ¡porque una hormiga te puede esperar!

También puedes distraerte un ratito aprendiendo a contar con la hormiguita

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