Cuento – Ciar quiere ser un pirata

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Ciar quiere ser un pirata

En el cuento -Ciar quiere ser un pirata -, Ciar hace de las suyas y necesita de sus amigos para no caer en las garras del Pirata Jefe Loro. ¿Pero lo conseguirá y saldrá indemne?

Aquella tarde de sol brillante, Ciar, Cari, Ohm y Ori estaban jugando a hacer marchas militares en círculo, guardando un tesoro: una de las piedras brillantes que habían encontrado esa semana en las cuevas de las afueras de Hormitrópolis.

Ciar quiere ser pirata

Aquel que se equivocara y saliera del círculo de la marcha, ¡sería expulsado con gran seriedad del grupo de militares con antenas!

Ciar se lo tomaba muy en serio, ya que ser soldado o pirata de mayor, era uno de sus sueños.

Ciar quiere ser pirata2

¡Cuántas veces había soñado con bucear entre los peces y encontrar el tesoro para llenar la aldea de monedas y joyas!

Aunque para Ciar ser pirata era mucho más, ya que también significaba que podría caminar muchas horas por las aldeas e islas que nadie había recorrido, comer muchas cañas de azúcar y asustar a muchas hormigas que querían tener al mar para ellas solas.

Se sentía todo un aventurero y decidido quiso probar a ver cómo su sueño se hacía realidad.

-¿Estás loco Ciar?-le dijo Cari-¿Cómo vas a ir sólo hacia las islas? ¿Y si te pierdes?

-¡No me voy a perder! Llevo este silbato y si me pierdo… llamaré a las gaviotas, ellas me han prometido que me vendrán a buscar.

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-¡Ciar, no vayas solo!-se quejó Cari

Pero Ciar… no le hizo caso…

Dejándose llevar por su ilusión, Ciar se subió a una balsa plana de madera, que habían hecho con restos de troncos.

Y empujando con otro tronco, comenzó su viaje hacia las islas.

Recordó que en su mochila, tenía el mapa que le había recomendado la hormiguita bibliotecaria para llegar a las islas.

Así que remó y remó en esa dirección.

Al poco tiempo llegó y tras posar la balsa en la arena, se tumbó a tomar el sol, descansando.

Le gustaba sentir el viento en las antenas.

Pero, en el otro lado, Cari, Ohm y Ori ¡estaban preocupados!

Así que mirando hacia el frente, y al no lograr encontrar a Ciar subido en la balsa, decidieron subirse a lomos de uno de los pájaros azules cantarines, que tantas veces pasaban por allí

Con amabilidad, el pájaro cantarín azul, los llevó en el lomo, surcando el cielo, pudiendo así acercarse a las islas donde Ciar se puso a tomar el sol.

Sobresaltado, cuando notó que el pájaro llegaba, posándose en la arena, Ciar se levantó de manera rápida y violenta.

-¿Qué haces aquí? ¡Ésta es mi isla! ¿No lo ves?

-Ciar, somos nosotros… -respondió con paciencia Cari.

-¡Os dije que me dejarais! Quiero estar tranquilo buscando el tesoro, comiendo caña de azúcar y espantando a los malos.

Tristes, y al ver que no podían hacer nada, los 3 amigos volvieron a lomos del pájaro azul a Hormitrópolis, sentándose en el campo, pensando cuando Ciar cambiaría de opinión.

Ohm tenía el presentimiento de que todo cambiaría, pero que Ciar tenía que aprender a escuchar más los consejos de los demás.

¡Cuando se decían no eran por mal!

Pero, mientras tanto Ciar sólo pensaba en pasárselo bien en la isla.

Hizo castillos de arena, se bañó en el mar, recolectó cañas de azúcar y se llenó las manos comiendo una… y dos…

Al subirse en la balsa, vigiló que no apareciera ningún pirata enemigo y cuando se cansó, se tumbó en la arena a echar la siesta.

Lo que no imaginaba… es que también había gaviotas intrusas, que la isla ya tenía un dueño y que pronto podrían quitarle su descanso preferido en la isla.

El ejército de loros había nombrado la isla como su refugio personal, así que la presencia de una hormiga, era como un intruso.

La inspectora gaviota, se puso manos a la obra, informando a los loros de  que una hormiga se había apoderado de la isla.

Cuando los loros lo supieron, le mandaron a la inspectora, ¡capturar a Ciar haciendo que lo llevara en el pico!

Y así fue… cuando la inspectora gaviota tuvo la orden, fue volando para atrapar a Ciar que dormía a pierna suelta en la arena…

Pero… Cari que era muy previsora, sabía que Ciar se iba a poner en peligro en una tierra desconocida…

Así que desde las montañas contaba con los pájaros azules para despistar a los piratas o pájaros que atacaran.

Ohm, Ori y Cari subidos cada uno en un pájaro azul, se echaron a volar, despistando a la gaviota que se desvió de dirección.

Cuando Ciar no se dio cuenta, Cari hizo bajar al pájaro azul un poquito para acercarse volando a la arena y tomó de los brazos a Ciar, que de repente se despertó.

La gaviota salió volando detrás de ellos, pero los demás pájaros azules se mezclaron haciendo que la inspectora se equivocara de rumbo, mareándose al volar.

Dicen que en la isla, el jefe loro, todavía se lamenta, por no poder habido atrapar a su intruso…

¡Pero Ciar volvió a casa sano y salvo!

¡Gracias a su amiga! Que fue capaz de planificar una solución y tener paciencia.

¿Volverá Ciar a hacer de las suyas?

Cuento: El tesoro del señor Hormiga Azul

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