Cuento- Ciar y la casa de los humanos

monti
monti

Ciar logró despertar a la mañana siguiente, gracias a un rayito de sol que entró por la ventana.

La mañana se presentaba calurosa y bonita y él estaba deseando preparar sus trofeos para volver.

¿Cómo sería la ciudad de los humanos? Si todo era tan grande, sería imposible de recorrer… A Ciar le daba miedo, pero también despertaba en él mucha curiosidad.

cuentos hormitropolis

Así que decidió una cosa: se montaría en la rueda gigante para que el humano lo llevara otra vez a recorrer esa zona tan misteriosa y peligrosa para las hormigas.

Pero ¿cómo sobreviviría si se cae o si se pierde? ¿A quién avisaría?

Ciar se lo estaba pensando todo. Así que ni “corto ni perezoso” decidió buscar una cuerda, para atarse a la rueda y así poder ir tranquilo en la rueda sin temer al viento ni a los golpes. Y así lo hizo.

cuentos hormitropolis

Atravesó corriendo la ventana hasta saltar hacia la mesa, saltando hacia la despensa donde estaban colocadas varias botellas, cucharas de madera, dulces, huevos y ¡cuerdas!

Los colores de los dulces le recordaban a su tarta de cumpleaños, ¡qué rica con su azúcar de fresa!

cuentos hormitropolis

Entonces, haciéndose el valiente, decidió arrastrar la cuerda de nuevo hacia la rueda gigante a donde con la ilusión y muy rápido se ató, esperando al humano para que lo llevara. Esperó, esperó y esperó hasta que sus ojos se cerraron, perdiendo casi la esperanza en la aventura. Hasta que ella apareció…

Era una humana, que miró con una gran sonrisa la rueda y tras cogerla de manera muy rápida, salió corriendo hacia el jardín.

cuentos hormitropolis

La prisa que llevó hizo que a Ciar se le movieran las antenas para atrás… saliendo disparado y colgando de la cuerda.

-¡¡¡¡Ahhhhh!!!!!-Gritó Ciar mientras se dio cuenta de que ella le daba la rueda a otro humano, para que la colocara ¡en una bici!

No podía creerlo, movía la cuerda para no quedarse preso y mientras abría los ojos, muy, muy grandes para mirar de cerca todo. ¿Irían a la gran ciudad?

Al comenzar ella a pedalear, a Ciar le latía el corazón muy rápido. 

Ya no importaban los exámenes de “Gafas de Cristal” ni los caramelos de doble chocolate, ni siquiera sus peleas con los amigos del instituto, ¡iba a ver que había detrás de esos jardines y ver donde vivían los humanos!

No se lo podía creer.

Al cabo de unos minutos, estaba viendo árboles, y la luz entre sus hojitas, sentía la velocidad del viento y también los gritos de los niños que jugaban, vio por primera vez un girasol. Y se acordó de sus amigos. ¡Ojala pudieran ver esto como él!

cuentos hormitropolis

Al final del bosque, el aire era mucho más oscuro, le costó respirar bien. Tosió un poco y se sintió mejor. Se preguntaba porque el aire era así al terminar su bosque. Y se sintió extraño, al pasar Hormitrópolis.

cuentos para niños

Había mucho ruido, algo que hizo que se tuviera que tapar los oídos. La humana corría mucho, y se paró en una tienda, los demás humanos andaban muy deprisa y Ciar entre ellos se sentía como un granito de arroz entre gigantes.

Se preguntaba dónde estaban esos grandes dulces y la comida de la que tanto le habían hablado en la escuela, hasta que la vio. Ya parándose la humana en la bicicleta, trepó hacia la zona más alta de la rueda, y desde allí, pudo entender que había unas casitas donde había dulces, en la que la humana entró a comprar. Se frotó los ojos y entonces abrió más los ojos.

Había magdalenas, helados, merengues… ¡el paraíso de todas las hormigas!

cuentos para niños

Aquellos dulces que los mayores tanto decían que no existían, ¡para que no nos pusiéramos en peligro escapándonos hasta la ciudad! Ciar entonces se preguntó… ¿Cómo sabrían esos dulces? ¿Mejor que los terrones de azúcar de la escuela?

Tenía que comprobarlo, pero no podía dejarse caer al asfalto. Esperaría por la humana. Y así fue, llegando ella, colocando las magdalenas de colores en la cesta de la bici. ¡Ciar no se lo podía creer! ¡Estaban tan cerca!

De repente, se soltó de la cuerda y trepó a toda velocidad hasta la bolsa de papel de las magdalenas, resbalando y cayendo dentro, ¡encima de la crema!

Todo su cuerpo, sus antenas y su cara estaban llenas de azúcar y crema de fresa, algo que le hizo enfadarse pero también bailar de alegría, ¡la magdalena era enorme! ¿Cómo les llevaría un trozo a todos?

Mientras, la humana comenzó a pedalear.

¿Cómo crees que llevará Ciar la magdalena? ¿Lo conseguirá? ¿Saldrá vivo de su misión de explorar la ciudad? ¿Lo esperarán sus amigos junto con Cari en la casa del silbido?

cuentos para niños

 

Sigue leyendo: El triunfo de Ciar

¿Te ha gustado la historia?

¿Por qué no te apuntas a la newsletter? Recibirás las nuevas entradas en tu email (¡cero spam, prometido!) y tendrás acceso a contenido exclusivo para los seguidores de Hormitrópolis. Por supuesto, es gratis. 🙂

Hormitropolis
Nosotros también odiamos el spam. Tu email está a salvo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

¡Entra y lo descubrirás!