Cuento: La hormiga ladronzuela y la hormiga que barría azúcar

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La hormiga ladronzuela y la hormiga que barría azúcar

En Cuentos cortos para niños…

Hoy conoceremos las aventuras de La hormiga ladronzuela y la hormiga que barría azúcar. Una historia de dos hormiguitas…o quizás una?

La hormiga ladronzuela y la hormiga que barría azúcar

Había una vez una hormiga que era tan pobre que no tenía acceso a una escuela y que por eso en la aldea de Hormitrópolis, no le daban tareas complicadas ni trabajos difíciles que reservaban para las hormigas más leídas y sabias.

Ella, se dedicaba a barrer azúcar de las fábricas de las hormiguitas que hacían caramelos, y también de barrer la que quedaba vertida cuando los comerciantes recogían sus puestos, haciendo que siempre hubiera maneras de poder obtener azúcar ¡pudiendo tener un oficio!

Cuando llegaba a su casita, que estaba hecha de paja, ella se tumbaba a pensar en el sol y aprendía las letras del abecedario. Una a una, imaginándose historias de piratas, princesas hormigas y guerreros que ¡la divertían mucho!

Después, recolectaba el azúcar, y la limpiaba, haciendo luego un sirope especial al que le agregaba ¡esencia de rosa!

Para poder venderlo y evitar que no le hicieran caso, la hormiguita se vestía de hormiguita anciana sorda, y así cuando le decían algo, ¡evitaba contestar y dar señales de que era ella!

Cuando vendía los tarros en el mercado ¡todos se agotaban! hasta que un día llegó un comerciante en barco que decía venir de muy lejos, asombrado por el dulce sabor de la rosa del sirope. ¡Enseguida le ofreció una cantidad de dinero muy grande para comprar la fórmula! Contestando la hormiguita por señas que esperara unos días y le daría una respuesta.

El comerciante entendió y le dio el ok con sus patitas. Contestándole que volvería (también por señas)

Poco rato después, cuando la hormiguita llenó los estantes, volvió a aparecer otra hormiga. ¡Qué le pidió unos granos de azúcar, aprovechando que la hormiguita estaba buscándoselos para dárselos, para robarle los tarros y meterlos en el saco que llevaba a la espalda!

Cuando estaba ya metiendo el tercer tarro, entusiasmada, la hormiguita ladronzuela no se dio cuenta de que la otra ¡ya se había dado cuenta de lo que estaba haciendo! corriendo la ladronzuela dejando el saco atrás, cayendo los tarros al suelo con ¡¡¡varias monedas!!

Cuando las otras hormiguitas del mercado, vieron que la hormiguita anciana las había salvado de la ladrona que estaba robando las monedas del pueblo, ¡comenzaron a tomarla en brazos para hacerla saltar y hacerle saber que estaban muy orgullosos de ella!

Cuando, al jugar de esta manera, ¡vieron como las ropas de hormiga anciana se cayeron viendo que era la hormiguita que barría azúcar que iba disfrazada!!

Todos asombrados, la dejaron en el suelo, ¡abriendo sus bocas porque no se lo imaginaban!

Cuando la hormiguita creyó que la iban a expulsar del mercado, ¡el alcalde corrió con sus patitas de manera acelerada, preguntándole si quería formar parte de las hormigas guardianas de la ciudad! ¡Cambiando para siempre el destino de la hormiguita que llegó a ser un gran soldado!

Su historia se hizo famosa en los libros de Hormitrópolis, siendo la manera de probar ¡que los grandes héroes comienzan por ser luchadores en la vida!

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