En los días de calor, estar en la casa del silbido era totalmente imposible, ¡era mejor jugar y charlar fuera!
Así que, para que los planes siguieran siendo totalmente secretos, nuestros amigos Cari, Ohm, Ciar y Ori, hacían sus excursiones al bosque.
Ir al bosque siempre era divertido.
Podías ver los pájaros volar y hacer circuitos de obstáculos entre ellos, ¡para ver quien volaba mucho más rápido!
Así como crear carreras y saltar las pequeñas ramas de los setos.
Las zonas preferidas para hablar y pararse a tomar la merienda, eran las pequeñas rocas que estaban cerca del agua, ¡había una pequeña brisa, suave y que aliviaba el sol, que hacía que pensar y hacer los planes fuera mucho más fácil!
A veces todos se encontraban a la pequeña hormiguita Hana, corriendo entre los grupos de hierba más altos y otras veces a Roberta ¿te acuerdas de nuestra divertida tortuga poeta?
Aquel día, vieron una hormiga con una túnica de color rojiza, que estaba sentada, con las patitas entrecruzadas y pensando de manera profunda.
Ellos se escondieron detrás de los grupos de hierbas y entonces, siguieron contemplándolo.
¿Quién sería esa curiosa hormiga?
-¿Lo has visto alguna vez Cari?-preguntó Ciar
-No…-respondió Cari tímida…-no sé quién es.
-Vamos a quedarnos aquí unos minutos, ¡nos ha robado el sitio!-dijo Ori cabreado.
Mientras estaban observando a la hormiga pensar, siguieron comentando en porque la hormiga estaría tan concentrada.
¿Tendría algún problema?
¿No sabría qué hacer y por eso necesitaba pensar sola?
¿Por qué estaba solo y sin amigos?
De repente, a Ohm le entraron ganas de estornudar.
-¡No estornudes!-le dijo muy bajito Ciar.
-¡No puedo aguantarme! ¡Achísss!-se paró cuando Ciar le puso las manos delante de la nariz.
-¡Para Ciar!
-¡No estornudes! ¡Se va a dar cuenta de que estamos aquí!
-¡No puedo aguantar! Las hierbas me dan alergia… ¡Achíssss!-estornudó totalmente.
Cuando estornudó varias veces, la hormiga se dio cuenta de que la estaban mirando, así que sin moverse, abrió un ojo.
Nuestros amigos se quedaron inmovilizados. ¡Sin moverse!
-¿Ves? ¡Ya nos ha visto!-dijo Ciar
-No os mováis.-recomendó Ciar.
Pero, ahora la hormiga que estaba mirando las hierbas con un ojo abierto y el otro cerrado, se avispó y entonces ¡abrió los dos ojos! Diciéndoles:
-¡Sé que estáis ahí!
Mientras ellos ¡siguieron escondidos!
-No es malo aquel que dice la verdad, pero sí el que se esconde.-dijo la hormiga profeta.
Curiosos, Ciar, Ori, Ohm y Cari se asomaron entre las hierbas, viéndose solo sus cabecitas y sus antenas.
-Salid… no pasa nada…-dijo la hormiga profeta.
-¿Quién eres?-le preguntó Cari
-Me llamo Mayuri, soy una hormiga que viene del sur.
-¿De las islas?
-¡Sí! He realizado un viaje muy largo, para avisar a este pueblo.
-¿Sí? ¿Avisar de qué?
-Una gran tormenta de azúcar vendrá y os dejará sin provisiones durante más de un mes.
-Pero las provisiones estarán en el granero… y allí también hay granos y harina…
-Sí… también se irá la harina y algunos granos.
-¿Pero por qué?
-¡Todavía no lo sé!-respondió la hormiga profeta.
-¿Y cómo sabes todo eso?-le preguntó Ciar.
-Yo soy una hormiga profeta, el conocimiento llega a mí…
-¿Y qué es una hormiga profeta?
-Es toda aquella que sabe lo que pasará en el futuro.
-¿Puedes ver el futuro?
-No siempre… pero sí las cosas importantes que van a pasar.
-¿Y qué haces después?
-¡Ayudo a los demás!
-¿Has venido a Hormitrópolis sólo para ayudarnos y avisarnos?
-¡Sí! Y quiero hablar con el alcalde.
Poco a poco nuestros amigos, guiaron a la hormiga profeta hasta donde estaba el alcalde, dejando que ellos dos hablaran.
El alcalde no se tomó en serio las recomendaciones de la hormiga profeta y dijo que no hacía falta construir un gran muro de tela extra fuerte y piedras para frenar al viento.
¿Qué sería de Hormitrópolis sin la protección en los días que se avecinaban?
La hormiga profeta lo sabía y se quedó muy triste ante la mirada desafiante del alcalde. ¡Qué seguía sin creerse nada!
La hormiga profeta abandonó Hormitrópolis al día siguiente no sin haber avisado a las mamás de cada casa, de que guardaran varios sacos de provisiones. ¡Qué no diría el por qué pero que lo hicieran, ya que un desastre natural se acercaba!
Y ante eso, muchas mamás hormiga les hicieron caso, guardándolos en la cocina.
A los 3 días siguientes, una gran tormenta de viento, se llevó por delante las puertas del granero, haciendo desaparecer la mayoría del azúcar y de la harina. ¡Las provisiones de los 28 días siguientes!
Ante el desastre el Alcalde comenzó a entender que a veces, suceden avisos o señales de las que hay que hacer caso, sobre todo cuando las cosas se explican con detalle, ¡y que siempre hay que aceptar los consejos y ayudas de los demás!
¿Te imaginas? ¡Si hubiera hecho caso a la hormiga profeta, ahora habría provisiones!
Y el alcalde se quedó pensativo…
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