Cuento para niños- La hormiga amarilla quiere alquilar una casa

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Cuento para niños La hormiga amarilla quiere alquilar una casa

En este cuento para niños la hormiga amarilla quiere alquilar una casa. Pero ¿para que necesita una casa? y ¿Existe una hormiga amarilla?. ¡que cosas tan raras se ven en Hormitrópolis…

 

Como todas las tardes, Ohm, Ori, Ciar y Cari se habían reunido en la casa del silbido.

Ori y Ohm estaban haciendo una competición de hacer globos de chicle, tumbados en la hierba con sus piruletas, mientras que Ciar estaba realizando algunos planos ¡para ofrecérselos a un amigo!

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Ciar siempre quería ser el líder y aportar ideas a la ciudad, ¡aunque después hiciera alguna trastada!

Cari, mientras tanto, le estaba colocando los lazos en las antenas a Hana, que otra vez había ido a visitarla saltando y cantando, a pesar de que los chicos-hormiga no querían que estuviera allí, ¡para que no contara después todos los planes secretos a Roberta la Tortuga Poeta o a su amigo el gorrión y el petirrojo!la-hormiga-amarilla

Lo que era secreto, era secreto. Y no debía salir de allí, siempre repetía Ciar.

Así que se prometieron algo, como no podían evitar que la inquieta de Hana, correteara hasta la casa, cuando estuviera ella no hablarían en alto nada.

¡Y así fue!

Aunque Hana… no estaba callada.

Y le contó un secreto a Cari, mientras comía su terrón de azúcar de la merienda.

Según la pequeña, ¡una hormiga muy extraña quería vivir en Hormitrópolis y el alcalde no la dejaba!

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-¿Y cómo era la hormiguita pequeña?-le preguntó Cari, mientras hacía un dibujo para ella.

-Era muy grande, más que Ciar. Y de un color raro… como el sol, así-señaló Hana al sol que brillaba y brillaba como una gran esfera de luz.

-¿Amarilla?-preguntó Cari asombrada.

-¡Sí! ¡Amarilla! De verdad. Y con los ojos muy grandes, de color verde.-repitió Hana.

-¿Amarilla?-dijeron a coro Ohm y Ori.

-No… eso es imposible, aquí en Hormitrópolis todas somos grises…-dijo Ciar.

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-Sí… así, así-volvió a señalar el sol la pequeña Hana.

Todos se miraron entre sí, sin saber si creer la historia de la pequeña hormiguita.

Cuando Hana ya se había ido, como siempre corriendo, ¡ya que la esperaba Roberta para escribir juntas! Ciar volvió a sentirse curioso.

¿Cómo va a haber una hormiga diferente? ¡Si en Hormitrópolis siempre habían existido ellos y de su color! ¿Amarilla? ¡Qué locura! Se decía, mientras sonreía.

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-Oye Ciar-le habló Ori-¿Tú crees que de verdad hay una hormiga amarilla en el pueblo?

-¡No! Seguro la hormiguita lo soñó… es muy pequeña todavía…

Así que aunque pensaron en ello, durante un rato… después se les olvidó…

Al volver a casa, un par de horas más tarde y tras jugar y hablar de lo que había pasado, vieron unas antenas amarillas salir de la casa del alcalde, mientras él le cerraba la puerta cabreado.

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-¡Yo sólo quiero una casa! ¡Y puedo ofrecerle trigo de mi última cosecha!

-¡No! ¿Cómo sé que me dices la verdad, desconocida hormiga?-le dijo enfadado el alcalde mientras terminaba de cerrar la puerta de su casa.

La hormiga amarilla, se quedó triste, mirando hacia el frente, perdida. Si era un poco más grande, en altura que las demás y su color era amarillo brillante, color del ¡trigo!

-¡Anda!-le dijo al oído Ori a Ciar-¡mira, mira es verdad!

Todos se quedaron embobados mirando a la hormiga, ¡nunca habían visto una hormiga así!

Pero claro… ser diferente, no era nada fácil. Muchas hormigas pequeñas veían a la hormiga amarilla y lloraban o corrían asustadas.

Ese día, las hormigas se quedaron mirando para la nueva hormiga amarilla, pero nadie le habló o le tendió la mano dándole un terrón de azúcar.

La hormiga amarilla, entonces, se sentó sola y triste en la hierba, cerca de la plaza de Hormitrópolis.

La historia de la hormiga amarilla no era fácil de entender. ¿Cómo la comprenderían ellos? ¿Cómo decirles que no quería hacerles daño, que sólo quería vivir allí?

Cari no podía dormir, porque desde su ventana veía a la hormiga sola, llorando. Así que aunque tenía miedo, tomó un terrón de azúcar de la despensa y lo guardó en una cesta con un maíz tierno.

Cuento para niños La hormiga amarilla

¿Eso le gustaría?

Fue andando hasta la hormiga amarilla y le tocó las antenas para hacerle saber que ella estaba allí…

-Perdona… estoy muy triste…-dijo la hormiga amarilla-porque no soy como vosotros, el alcalde piensa que vengo a hacer daño… yo sólo quiero vivir aquí, ¿sabes?

-¿Dé donde viniste?-le preguntó Cari curiosa.

-Vengo de una isla llamada Amarice. Mi barco fue atracado por unas hormigas pirata, huí en la barca salvavidas, con mi cargamento de trigo. Lo tengo en la costa.

-¡Te lo llevarán los pájaros!

-No… lo escondí en una cueva…

-Toma, te vendrá bien.-le dio Cari el terrón de azúcar- ¿No tienes donde quedarte?

Cuento para niños La hormiga amarilla

-No… el alcalde no quiere darme una casa.. no se fía de mí.

-¿Y cómo es Amarice?-le preguntó curiosa Cari.

-Era muy bonita, con muchas palmeras y campos de trigo, hasta que las hormiga pirata quemaron nuestro pueblo, nos subimos a los barcos y no sé quiénes se salvaron, ¡después nos volvieron a atacar!

-Por eso quieres quedarte aquí…-dijo asombrada Cari

-Sí…

-¿Le dijiste eso al alcalde?

-No… no me dejó… como soy amarilla, no me deja explicarme…

-Vamos a explicárselo mañana.

-No… no quiero volver ahí… ¡me cerró la puerta!

-Ven, quédate en nuestro granero, al menos tendrás algo de calor.

La hormiga amarilla llena de frío, aceptó, viendo en Cari a una nueva amiga.

A la mañana siguiente Cari reunió a los chicos y les contó la historia, llegarían tarde a la clase de ciencias pero no le importó.

Fueron a casa del alcalde, y Cari con unos mapas le explicó la situación. Al alcalde le conmovió. ¿Pero qué hacer si la hormiga era una delincuente o si quería robar?

-No tiene nada Señor Alcalde, y le ha ofrecido su trigo, lo único que tiene.-le dijo Cari.

El alcalde entonces se sintió conmovido y todos fueron a visitar a la hormiga amarilla.

¡Se podría quedar y a partir de ahora, ayudaría en los cargamentos de azúcar y magdalenas del almacén!

Cuento para niños La hormiga amarilla

La hormiga amarilla, no podía estar más contenta, y les preparó una fiesta, con unos dulces de trigo, que preparó con leche y harina.

¡Estaba muy rico!

Y ahora la hormiga amarilla es una más.

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