Cuento- La soledad. ¡El mundo no es nada sin amigos!

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la soledad

Ese fin de tarde, fue la primera vez que el grupo de amigos volvió de manera muy silenciosa a casa.

Todos caminaron a través del caminito de tierra dejando sus patitas pegadas durante segundos, como si en cada paso, les costara caminar.

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Había ocurrido una traición. Un robo de magdalenas, que no debería haber pasado. ¡Si eran de otras personas! ¿Por qué cogerlas? Todos se sentían muy mal porque Ciar se había ido. No sabían dónde estaba ni si había llegado a casa.

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Los búhos se extrañaron del silencio, no habían llegado a casa cantando ni saltando como de costumbre, ni siquiera en el veloz monopatín que tanto les gustaba.

Cada hormiga volvió a su casa, mientras la noche caía sobre Hormitrópolis.

Mientras, en el río, Ciar estaba tumbado y pensando.

Su Mamá Hormiga se había asegurado que se había acostado, pero tras su despedida y bendición de “Buenas Noches”, él se escapó, ya que no podía dormir después de lo que había pasado.

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Entonces recordó sin  querer todo lo que había vivido con sus amigos y una lágrima del tamaño de 10 gotas de lluvia cayó por sus ojos.

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Desde que eran muy pequeños y se habían encontrado en el preescolar, habían comido juntos terrones de azúcar, habían peleado en la piscina de barro, le habían quitado los caramelos a Cari haciéndola rabiar, habían visto las luciérnagas de colores cuando emigraron en primavera, incluso habían compartido los migarrones y las experiencias de la ciudad que Ciar les había contado…

“¿Por qué me engañaron?” pensó Ciar mientras su cabeza no paraba de dar vueltas.

Entonces por primera vez se sintió solo.

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Volvió a casa y se quedó dormido, pero a la tarde siguiente quiso ir a explorar.

Y se dió cuenta de lo diferente que era todo cuando no tenías a nadie al lado. El tiempo pasaba más lento, y no era divertido.

Se podía fijar en cosas en las que antes no se fijaba, porque no estaba hablando o jugando con ellos.

Se sintió triste, pero se armó de valor. “¿Por qué no formar un nuevo grupo? ¿Un grupo de nuevos amigos de verdad?”

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Así que en el recreo del instituto, empezó a investigar. Las hormigas intelectuales estaban leyendo sin parar, pero no hacían otra cosa. Ciar quería correr y hacer deporte de vez en cuando, así que no se veía con ellos.

Las hormigas deportistas, se iban también al otro extremo, con sus pesas de doble caña de azúcar en los brazos.

Las hormigas modelo, no dejaban de ponerse lazos en las antenas y de mirarse en el espejo.

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¿Dónde iba a encajar Ciar? “Nunca lo conseguiré” se decía a sí mismo, mientras en otro lugar del parque en el recreo vio a Cari, Ohm y Ori sin hablar, Cari pintando, Ohm escuchando música y Ori dibujando con un palito cosas en la tierra.

Los vio y para sus adentros se hizo el fuerte, continuando caminando, hasta que se encontró con una hormiga muy rara, vestida de negro y con los ojos pintados.

¿Será su nueva amiga esta hormiga?

¿Le contará porque viste así?

CONTINUARÁ…

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