
El día había amanecido muy soleado y tranquilo, los pequeños pájaros cantaban nuevas melodías y las pequeñas hormigas y sus Mamás y Papás se estaban despertando.
Pronto comenzaría el cole y también el trabajo para los mayores, así que había que levantarse ¡con la mejor de las sonrisas!
No era tiempo de pararse, dentro de unos minutos, las hormigas se arremolinarían en la plaza para comenzar sus tareas.
El anciano hormiga ya estaba enseñando en su taller de repostería, haciendo las magdalenas y los niños estaban pasándoselo en grande, junto con las profesoras.

Incluso, Hana, nuestra pequeña amiga, estaba dando saltitos, intentando llamar la atención para poder la harina con la leche. ¡Hana como siempre se mantiene traviesa!
Nuestros amigos, Cari, Ohm, Ciar y Ori, ya habían hecho las paces y estaban caminando juntos por los senderos de hierba.
Todavía no sabían si irían para la Casa del silbido hoy, porque era fiesta para las hormigas del instituto.
Así que se dirigieron hasta el río.

Muchas hormigas le temían a esta zona, ya que muchas compañeras se habían ahogado. ¡Pero ellos eran valientes!
Y sabían saltar las rocas con grandes saltos que parecían de atleta.
Al caminar entre los juncos, dando pequeños saltitos en las piedras calientes, Cari, observó una especie de moneda brillante.
-¿Qué es eso chicos?
-A ver-le contestó Ciar agachándose.-No puedo verlo, está enterrado debajo del agua.
-Coge la caña y tira-le dijo Ohm.
-A ver… ayúdame-le respondió Ciar, mientras todos tomaban la caña para empujar la moneda hacia arriba, ¡finalmente salió volando disparada mientras ellos pensaban en un tesoro!
Todos se quedaron tristes, mientras Ohm seguía rascando con la caña en el sitio donde estaba la moneda.
-¿Qué haces?-le preguntó Ciar.
-¡Calla, por favor! ¡Ahí hay algo!
-Voy a ir a buscar mi flotador.-decidió Ciar.
-No lo hagas-habló Cari-si te pones en peligro, será un problema.
Ante las palabras de Cari, Ciar no hizo ni caso y a los 15 minutos apareció con un flotador redondo de colores. Echándolo al río y dejándose flotar explorando con la cabeza debajo del agua y nadando con las patas de atrás.
-¡Es un barco! ¡Lo he visto! ¡Está enterrado!
-¿Cómo puede ser?-preguntó Ori
-No lo sé, pero nosotros solos no lo podemos quitar de ahí, necesitamos ayuda.
-¿Quién podría ayudarnos?-pensó curiosa Cari.
-Quizás las gaviotas, son buenas sumergiéndose. Voy a pedirles ayuda.-razonó Ciar.
Al volver, Ciar apareció con una pareja de gaviotas que llevaban pajarita. Con cara de engreídas, parecía que no se querían sumergir.
-Yo no me voy a meter, eso es un juguete de humanos.
-¿De humanos? ¿Cómo sabes eso?
-Los vemos en la ciudad. Eso no es interesante para vosotros. Sólo os servirá para navegar 5 minutos y os hundiréis-dijeron las gaviotas presumidas que al terminar de hablar, se sentaron quitándose las plumas viejas entre ellas.
¿Les ayudarán a los chicos a quitar el pequeño barco enterrado del agua?
Continúa la aventura…2ª parte
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