Ciar entonces tomó una decisión. No importaba si el barco era de los humanos o si no podían viajar con él. Quería saber lo que era ese extraño objeto y ¡si no intentaba conocerlo nunca podría hacerlo!

Así, que se armó de valor y siendo muy claro les comentó su opinión a las gaviotas, quienes seguían presumidas, arreglando sus plumas.

-¿Quieres que lo quitemos del agua? Y ¿qué nos darás a cambio?
-Podemos darte terrones de azúcar
-¿Azúcar?-se rio la gaviota-Las gaviotas no comemos azúcar.
-Te daré magdalenas.
-Vale, acepto. Las probaremos.
Las gaviotas entonces metieron sus picos anaranjados y la cabeza en el agua mientras tiraron del barco y lo quitaron, impulsándolo hacia la hierba, en donde cayó intacto, con sólo un par de astillas de madera.
-Aquí lo tenéis. Esperamos las magdalenas en el árbol de la plaza hoy por la tarde.

-Sí, os las llevaré.-respondió Ciar serio y seguro de sí mismo.
Cuando el grupo de amigos vio el barco de madera comenzamos a explorarlo, todavía estaba muy húmedo por fuera y por dentro, pero era divertido ¡resbalarse como si fuera un tobogán!
El barco no tenía banderas ni señales, algo que siempre habían visto en los barcos de los libros que Gafas de Cristal les había dado de pequeños.
Ciar propuso que todos viajaran en el barco así que le pidieron ayuda a varios amigos del bosque para impulsarlo hasta el agua.

-Tengo miedo de ahogarme. ¿Y si como dijo la gaviota el barco no aguanta el viaje? Piensa que si se ha hundido…-dijo miedosa Cari.
-No te preocupes, tomar cada uno un palo al que podremos agarrarnos y nadar si sale mal.-le dio ánimos Ciar.
Con un palo grande cada uno debajo del brazo, subieron al barco, que ya en el agua, seguía flotando, deslizándose con la corriente.
Todos seguían mirando con una sonrisa en la cara, como iban navegando despacito por el agua, ante la atenta mirada de los pájaros y las lechuzas que estaban escondidas para que no les diera la luz del día.
La hormiga Doña Margarita que siempre estaba tumbada en la hierba por la tarde después de comer, les saludó animadamente, con un pañuelo mientras corría para preguntarles.
-¿De dónde habéis quitado ese barco?
-¡Lo encontramos en el fondo del agua Doña Margarita!
-¡Tened cuidado! ¡Se puede hundir! ¡Es como el barco de la lucha de nuestros antepasados y Garrapata en el 1890!
Sólo fue recorrer un pequeño trazo igual a diez pasos de los humanos y el barco chocó contra una roca que les acercaba a la orilla.
-¡Vamos!-saltó Ciar bajando del barco e impulsándose hacia la hierba.
-¿A dónde vamos Ciar?-preguntó Ohm
-Quiero saber quién fue Garrapata. Vamos a la biblioteca.
Y de esta manera todos fueron corriendo en el caso de Ciar o dando pequeños saltitos en el caso de Cari, para dar con el gran secreto de la guerra de las hormigas y Garrapata del año 1890.
¿Qué encontrarían en ese libro?
Aquí lo podréis averiguar: El misterio del barco enterrado 3

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