
Habían llegado ya a la biblioteca y el libro de la historia de la guerra de las hormigas y Garrapata les estaba esperando.
Ciar estaba ansioso por descubrir que es lo que el libro les iba a contar, ya que como decía “Gafas de cristal”, la historia de cada pueblo hacía aprender acerca de los diferentes grupos de hormigas.
Y aprender te hacía no sólo más listo ¡sino también más tolerante!
Ciar iba reflexionando sólo y en alto
-Aprenderemos sobre la tolerancia, sí… historias de piratas, también…

-¿Recuerdas lo que es la tolerancia Ciar?-habló Cari de una manera calmada.
-Claro que sí…-respondió Ciar-es la manera de poder comprender a los demás. Aunque sean diferentes, aunque vengan de otro sitio diferente al tuyo…
-¡Vamos a leer lo que aparece en el libro!-se entusiasmó Cari.

La verdad es que todos estaban contentos por leer lo que había pasado, creando que la curiosidad de todos aumentará por momentos.
El libro antiguo tenía una cubierta marrón de piel con un relleno blandito dentro, lo que hacía que se viera mullido y muy suave.
Ciar estaba sujetándolo, mientras los demás se ponían a su derecha y a su izquierda, rodeándolo por todos los lados.

El año 1890 había sido un año de cambios para los habitantes de Hormitrópolis.
Con Barbudo y su inseparable consejera rana se habían vivido unos años felices, llenos de cosechas de trigo, moras y terrones de azúcar.
Pero con lo que las pequeñas hormiguitas no contaban es que Garrapata acudiría para intentarles robarles Hormitrópolis, ¡ya que sus tierras no daban fruto y eran muy secas!

En su plan de actuación, Garrapata había pensado llegar con su ejército de hormigas y su mejor compinche el Señor Ciempiés, para robarles los sacos de harina y los cargamentos de azúcar en un barco de madera que él mismo había construido tablero de madera a tablero ¡con mucha orden!
Con el barco consiguieron llegar así hasta el comienzo del río, llevando carros que les ayudarían a llevarse todas las provisiones.
¿Pero qué pasó entonces?
Barbudo que dormía con un ojo cerrado y otro abierto, se dio cuenta de que algo sucedía…
Así que salió y los asustó con su espada, comenzando así la guerra de las hormigas de Hormitrópolis y las de las tierras de Garrapata.
Barbudo no quería hacerles daño sino asustarles para que no se llevarán la comida de su pueblo. Y se lo dijo a Garrapata.
-¡Iros y os daré cada semana 1/3 de mi cosecha!
Pero Garrapata no quería escuchar, estaba decidido a saquear el pueblo, así que ordenó a sus hormigas soldado que se llevarán saco a saco.
Barbudo impotente, luchó contra la mitad de su ejército pero con Ciempiés habiéndoles entrenado, habían logrado una fuerte estrategia.
¡Era muy difícil que se rindieran!
Con la impotencia de no haber salvado su pueblo, Barbudo quedo desmayado en la arena unos segundos, hasta que reaccionó.
¡Podía hacer un agujero en el barco y soltar unos clavos de los tableros de madera, de esta manera se hundiría!
Así que viéndolos cargar las cosas, soltó unos cuantos, viendo como al zarpar con la cosecha, el barco se hundía lentamente, flotando los sacos en la arena.
Garrapata se puso furioso y juró que volvería…
¿Qué ocurrirá después?
Aquí lo podréis averiguar: El misterio del barco enterrado 4
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