A Barbudo no le gustaba hacer daño, por eso cuando observó los sacos tirados encima del agua, se sintió mal.

¡Aunque fuera para defender a su pueblo!
Garrapata no quería hablar, ni colaborar y esto era malo, teniendo Barbudo que buscar una venganza.
Sabía por la mirada de ira de Garrapata, que volvería a atacar el pueblo.
¡Y no sabía cuándo, pero tenía que estar listo!
Por eso entrenó a su ejército de hormigas, para que supieran cómo luchar con la espada y también para que supieran luchar con ejercicios de autodefensa.
Las hormigas soldado eran muy ordenadas y tenían mucha disciplina, algo que habían aprendido en el campamento de hormigas.
Así que tras entrenarse, todas esperaron pacientemente las órdenes de Barbudo, que estaba escondido tras los arbustos, 15 pasos más adelantado que ellos.
Cuando Garrapata llegó, en la noche, se quedó satisfecho de su actuación, pero… nada bueno estaría por ocurrir ¡y él sí pensaba que sería el vencedor!
Al pisar la arena de la entrada de Hormitrópolis por la playa, corriendo con su ejército, tuvieron que cambiar la dirección de ataque, olvidando los graneros, ¡ya que el sabio ejército hormiga, era más rápido que ellos!
Barbudo sabía técnicas marciales para dejar patidifusos a sus enemigos, sin hacerles mayores daños, así que ¡los dormía por un rato!
Cuando Barbudo y su ejército habían dejado dormidas a todas las Garrapatas y Ciempiés del ejército de Garrapata, Barbudo se vio cara a cara con su enemigo.
¡Decidiendo perdonarle su vida!
Con una condición: que nunca más entraran en aguas de Hormitrópolis.
No supieron nada más, de las garrapatas, pero de vez en cuando había una alarma de saqueo.
Nada que las inteligentes hormigas de Barbudo no pudieran solucionar.
Desde aquella, el monumento de las valerosas hormigas soldado se encuentra al lago de la Iglesia, en donde se encuentra el Dios Hormiga con su semilla en la mano.
Aunque eso… es otra historia y os la contaré ¡con más detalle!

Ya de vuelta a la realidad, el grupo de los chicos, habían quedado serios y pensativos, intentando imaginarse a Barbudo en la situación.
Era increíble todo lo que un líder podía llegar a hacer para defender a su pueblo, y muchas veces no era fácil tomar decisiones.
-El poder es algo que se debe saber llevar Ciar-hizo un comentario Ohm.
-¿Acaso yo no soy un buen líder de grupo? ¡Te vas a enterar!-comenzó a jugar a pelear Ciar con Ohm y Ori, mientras Cari seguía soñando con los barcos.
CONTINUARÁ…
El misterio del barco enterrado

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